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sábado, 1 de enero de 2011

Desmontando ideas falsas.

Casadas o no, la misma violencia

Las declaraciones del obispo de Alcalá de Henares y responsable del área de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Reig Pla, que afirmó que los matrimonios católicos "son menos dados a la violencia de género que las parejas de hecho" han desatado la polémica. Las asociaciones de mujeres y los expertos han saltado al vuelo criticando con dureza las palabras de Reig Pla. La violencia se produce en cualquier tipo de familia, dicen. También en las católicas.
El 42% de las 71 mujeres víctimas mortales de la violencia machista en 2010 estaban todavía casadas, según datos de la secretaría de Estado de Igualdad. Sin embargo, si se restan a esas 71 mujeres todas aquellas que aún no estaban en edad de casarse (jóvenes de 16 años, por ejemplo), la cifra superaría el 49%. El delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, Miguel Lorente critica a Reig Pla y se pregunta: "¿Por qué en vez de excusar a los matrimonios católicos de que no sufren violencia no asumen el problema y aportan soluciones?".
También el ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, opinó que la Iglesia "puede hacer mucho por la igualdad entre varones y mujeres". "Es importante", dijo, que "no equivoque el diagnóstico" sobre las causas de la violencia de género.
Igualdad se apoya en otro dato para desmontar la teoría del Obispo de Alcalá de Henares: el 54,17% de las llamadas realizadas al 016 este año para consultar problemas de violencia machista son de mujeres casadas. Un porcentaje que se eleva al 72% si se contabilizan solo a las mujeres que están en edad de casarse. Las órdenes de protección otorgadas a las víctimas también están equilibradas.

Carmen tardó años en dar el paso. En los más de 10 que llevaba casada, los malos tratos físicos y psicológicos fueron constantes. Prefiere no dar su verdadero nombre, y con voz muy suave cuenta que se casó joven, con apenas 20 años, y que los golpes llegaron muy pronto. "Antes ya me había apartado de mi familia y de mi entorno. Cuando me dio la primera bofetada yo ya vivía por él y para él. Me sentía inútil, ridícula, tonta", recuerda. Pronto llegó su primer hijo. Y después el segundo. Pensó que ya no podía dejarle.
Esta mujer de 32 años explica que se sentía como una muñeca que intentaba no enfadar al ogro. "Pero siempre encontraba motivos para la bronca", narra. "No podía hacer nada. Me ocupaba de los niños y de la casa. Me dejaba ir a recogerles al cole y de vez en cuando a tomar un café con las otras madres", dice. Nunca contó a nadie lo que le estaba pasando.
El día que decidió huir fue por los niños. "El pequeño llegó histérico del cole con una carta de su profesora. Se había peleado y lloraba por miedo a que su padre se enterara", cuenta. Ese día, Carmen decidió irse. Los motivos que la habían retenido junto a su agresor se esfumaron. Los hijos, la falta de dinero, el miedo de no tener donde ir... Las lágrimas del niño los borraron esa mañana.
Los motivos de Carmen no son extraños. Son muchas las mujeres que tardan en dar el paso. O que, como más del 70% de las asesinadas este año por los machistas, nunca llegan a darlo.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Desmontando "MITOS"

Nos hemos preguntado por las consecuencias que puede tener en la lucha contra la violencia de género la persistencia de “mitos” asociados. “La tendencia a encasillar paraliza en muchos casos a la propia víctima. Es especialmente peligroso que se reproduzcan los mitos y estereotipos en los medios de comunicación. Los medios tienen que ser conscientes de su poder y su responsabilidad y mostrar la diversidad de situaciones y de perfiles que rodean a la violencia de género. No hay que mostrar a la sociedad sólo las frías cifras, también todo lo que hay detrás, las condenas que reciben los agresores, las formas de prevenir, etc. La experiencia del día a día en los servicios especializados nos ha desmontado todos los mitos que giran alrededor de la violencia de género, así que basta ya de reproducirlos”

>> “La violencia machista es fruto de un estallido, de una pérdida del control, de los nervios del momento”
Es un mito, totalmente falso. La violencia de género es un exponente de la desigualdad que vivimos en nuestras sociedades. No surge de un estallido, surge del intento de controlar a la otra persona hasta el extremo.
>> “Los agresores son adictos al acohol o lo hacen bajo el efecto de las drogas”
No es así en la gran mayoría de casos. El consumo de sustancias y de alcohol puede agravar una situación de violencia de género, pero no es la causa de ella. Muchísima gente bebe alcohol y consumen drogas y no agreden a su pareja.
>> “Los maltratadores sufren una enfermedad mental”
Es totalmente falso. Prácticamente la totalidad de los agresores no tienen enfermedad mental.
>> “El maltrato se da principalmente en familias de bajos ingresos y etnias minoritarias. Lo sufren más las mujeres de bajo nivel cultural y las mujeres inmigrantes”
El maltrato se da en todas las clases sociales, lo sufren mujeres de todos los niveles de formación, con empleo… Durante mucho tiempo se ha mantenido este mito en la cabeza de mucha gente, se ha pensando que las mujeres víctimas de violencia eran mujeres de una cierta edad, recluidas en casa, etc., cuando las cifras demuestran que entre un 60 y un 70% de las víctimas son menores de 45 años. Además más del 50% de las mujeres maltratadas tienen estudios medios y superiores y más del 50% son trabajadoras en activo (que serían más si no fuera por esta situación de crisis que vivimos).
Lo mismo pasa con el perfil de los agresores. Hay hombres maltratadores en todos los estratos sociales y de todo tipo de formación.
 Según datos del Ministerio de Igualdad el 63,6% de las mujeres asesinadas víctimas de la violencia machista en 2009 eran españolas. A pesar de esto, la tasa es mucho mas elevada en mujeres extranjeras, representando cerca de 9 fallecidas por millón de mujeres extranjeras que viven en nuestro país frente a la tasa de las mujeres españolas asesinadas que fue de cerca de 2 por millón. Existe un reconocimiento internacional acerca de la doble vulnerabilidad a sufrir esta violencia, por ser mujer y por ser migrante, de estas mujeres. En el caso de las mujeres en situación administrativa irregular, estaríamos ante una situación de triple vulnerabilidad. Todo esto tiene que ver con las condiciones específicas que viven: dificultades económicas y lingüísticas, inexistencia de una red familiar y social de apoyo, desconocimiento de las leyes, y desconfianza de las instituciones, entre otras. Muchas mujeres inmigrantes viven una situación de vulnerabilidad especial, pero las mujeres españolas están también expuestas, lo único que las diferencia, es que quizás las españolas tengan una mayor facilidad para acceder a los recursos disponibles.