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sábado, 1 de enero de 2011
SI ESTÁ SUFRIENDO VIOLENCIA DE GÉNERO O CONOCE ALGÚN CASO: 016, número gratuito del Gobierno que no queda reflejado en la factura telefónica | El también gratuito 900 100 009 de malostratos.org | 91 441 85 55 /60 de la Federación de Separadas y Divorciadas
lunes, 6 de diciembre de 2010
Rebeca Rodríguez, huérfana de la violencia machista.
Si Rebeca Rodríguez pudiera hablarle al oído a una mujer maltratada, le diría: “Huye. Escapa. Si te mata no te imaginas lo que queda aquí. Tus hijos ya no van a tener una vida normal. Jamás. No van a volver a confiar en la gente”.
Rebeca, 30 años, es la menor de los cuatro hijos del matrimonio de Benita del Valle y Eugenio Rodríguez. En mayo de 2006, la noticia de que Eugenio había degollado a Benita, había troceado su cuerpo y lo había tirado en bolsas de basura al Pisuerga dejó a Valladolid helado. El día que la Policía halló la primera bolsa con los restos de Benita, su hija Rebeca llevaba 70 días -y 70 noches- preguntándose por el paradero de su madre y consolando a su padre, “deshecho” por el supuesto ‘abandono’. Ese día, Rebeca no lloró.
“Es como si vieras una película. Parece que no te está pasando a ti realmente. No reaccionas”, cuenta esta joven de aspecto frágil y tono sereno gracias a muchas horas en el diván del psicoanalista.
Rebeca, 30 años, es la menor de los cuatro hijos del matrimonio de Benita del Valle y Eugenio Rodríguez. En mayo de 2006, la noticia de que Eugenio había degollado a Benita, había troceado su cuerpo y lo había tirado en bolsas de basura al Pisuerga dejó a Valladolid helado. El día que la Policía halló la primera bolsa con los restos de Benita, su hija Rebeca llevaba 70 días -y 70 noches- preguntándose por el paradero de su madre y consolando a su padre, “deshecho” por el supuesto ‘abandono’. Ese día, Rebeca no lloró.
“Es como si vieras una película. Parece que no te está pasando a ti realmente. No reaccionas”, cuenta esta joven de aspecto frágil y tono sereno gracias a muchas horas en el diván del psicoanalista.
sábado, 4 de diciembre de 2010
"Ahora soy dueña de mi vida, de mi dinero, de mi cuerpo. He salido"
Denunciar a tu verdugo, romper todo contacto con él, abandonar al que muchas veces es el padre de tus hijos es muy difícil. Antonia Ábalos lo sabe. Su marido la agredió durante años. El maltrato psicológico la mantuvo atada, pero finalmente escapó. Y tuvo que irse lejos, llegó a España desde México con su hija de siete años. Ahora, esta mujer de 42 años se considera una superviviente de la violencia machista. "Si es duro enfrentarse a lo desconocido, a empezar de nuevo, a denunciar, más duro es compartir la cama con el hombre que te maltrata y que te puede llegar a matar", cuenta. Ella ha conseguido superar todas las torturas y es una mujer nueva. "Ahora soy dueña de mi vida, de mi dinero, de mi cuerpo, de mi erotismo, de mis sueños y mi libertad"."Si resistí los golpes también puedo empezar de nuevo".
Como Ana Bella Estévez, maltratada por su esposo durante 11 años. Desde que se casó con apenas 18. Tuvo cuatro hijos con su verdugo. No se libró de los golpes ni de las agresiones sexuales ni siquiera cuando estaba embarazada. "Me llegó a tener una semana encerrada en casa para que reflexionara sobre por qué había tendido en el balcón la ropa interior. Decía que provocaba a otros hombres", cuenta ahora.
Estévez también escapó. Una noche que su pareja trabajaba tuvo la fuerza de coger a sus cuatro hijos, montarlos en el coche y marcharse a otra ciudad. Allí denunció a su verdugo. "La policía me dijo que escribiera en un papel lo que había pasado. Rellené decenas de folios. Cómo poner en uno solo 11 años de pesadillas", rememora. Los servicios sociales alojaron a esta mujer que ahora tiene 38 años en una casa de acogida. Allí empezó verdaderamente a vivir. "En la casa, entre rejas, sin poder salir por miedo empecé a sentirme libre de verdad. Nadie me decía como tenía que vestir, ni me impedían leer libros, como hacía él, diciendo que eso solo era perder el tiempo", explica.
Fue en ese momento cuando Estévez empezó a darse verdadera cuenta de lo que había sufrido. "Antes, mientras todo ocurría no me daba cuenta de que estaba siendo maltratada, no era consciente", cuenta. "Así empecé a pensar que todas las fuerzas que había tenido para resistir el maltrato las tenía también para darle a mis hijos una vida en armonía. Para empezar de nuevo. Somos supervivientes. Mujeres fuertes que podemos con todo. Solo debemos darnos cuenta de ello", dice. Estévez fundó una asociación (www.fundacionanabella.org) para ayudar a las mujeres que ha sufrido maltrato. Ahora tiene un trabajo, una vida nueva y es feliz.
Igual que pueden serlo las mujeres que ahora viven sometidas por sus verdugos. Ábalos y Estévez cuentan su historia. Su logro de supervivencia es vital para que las mujeres se animen a denunciar. "Da miedo hacerlo, pero se puede salir de la violencia. Nosotras somos la muestra. Se puede ser feliz. Hay esperanza", dice Ábalos.
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