Es el título de un nuevo libro que se presenta el 1 de marzo en el salón de actos de las Escuelas pías, a colación con el día de la mujer en Centros Penitenciarios.
Aunque las mujeres son las más pobres en cada sociedad y las que asumen mayor cantidad de responsabilidades, cometen muy pocos de los delitos asociados a necesidades económicas. Evitan delinquir desarrollando estrategias alternativas que van desde la capacitación mediante el estudio a la construcción de redes de apoyo, al trabajo sumergido y el trabajo sexual, entre otras. La prisión representa para ellas un problema mayor que para los hombres, en la medida en que rompe sus vínculos familiares y las aleja de lo que viven como sus deberes de cuidado. Así, las mujeres eligen, dentro de las opciones de que disponen, las soluciones que les parecen mejores, o menos malas. Esta estrategia del mal menor no siempre lleva a buen puerto. Con frecuencia se sale de la sartén para caer en las brasas, pero al menos permite jugar con alguna alternativa. Conocerlas facilita la tarea de apoyarlas y brinda herramientas para tratar de evitar que marcos legales no pensados para las mujeres les hagan más duros los problemas. Este trabajo no es (no puede serlo) un recuento de éxitos, pero pretende ser un reconocimiento de esfuerzos. Sabemos que los libros no cambian el mundo, pero pueden ayudar a que nos cuestionemos los modelos establecidos, y eso es algo, aunque sea poco.
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