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sábado, 7 de enero de 2012

Porque, al fin y al cabo, el miedo de la mujer a la violencia del hombre, es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo.

Los santos retratan a las hijas de Eva


San Pablo: La cabeza de la mujer es el varón.
San Agustín: Mi madre obedecía ciegamente al que le designaron por esposo. Y cuando iban mujeres a casa llevando en el rostro señales de la cólera marital, les decía: “Vosotras tenéis la culpa”.
San Jerónimo: Todas las mujeres son malignas.
San Bernardo: Las mujeres silban como serpientes.
San Juan Crisóstomo: Cuando la primera mujer habló, provocó el pecado original.
San Ambrosio: Si a la mujer se le permite hablar de nuevo, volverá a traer la ruina al hombre.
Espejos: una historia casi universal.

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