Blog de Pedro Zerolo
En uno de mis últimos artículos denuncié el caso de Aisha Ibrahim. La información publicada hasta entonces decía que Aisha fue enterrada hasta el cuello y apedreada hasta su muerte. Que la ejecución fue llevada a cabo por más de cien hombres, y más de mil personas habían observaron esta manifestación de inhumanidad. Contaron que el apedreamiento fue lento y la agonía muy larga. Se decía que Aisha era una mujer somalí de 23 años y que había sido condenada a muerte por adulterio. Pues bien, la historia es peor aún si cabe.
Según ha revelado Amnistía Internacional y ha recogido el diario El País, Aisha tenía sólo 13 años. Era una niña que ni siquiera había alcanzado la adolescencia. Con engaños fue llevada a una playa donde tres hombres de un clan poderoso la violaron, uno detrás de otro, sin tener en cuenta ni su edad, ni sus ruegos y ni sus súplicas. Consiguieron, además, que después de que Aisha denunciara a sus tres violadores, retirara la denuncia bajo la promesa de dejarla regresar con su familia a Mogadiscio. Ella sólo quería volver a un lugar donde sentirse segura, al seno de una familia que le había aconsejado que denunciara a sus agresores, como finalmente así hizo. Y esto fue lo que la condujo a acabar dilapidada. De acuerdo con la nueva información, los familiares de sus agresores la convencieron para que acudiera al tribunal islámico, retirara su acusación y perdonara a los tres violadores. Le darían dinero para volver a su casa, le dijeron. Ella accedió, pensando que podría volver a ver a los suyos. Una vez retiró la acusación, los mismos familiares de los agresores acusaron a Aisha. Así Aisha, fue arrestada, acusada de adulterio, de mantener relaciones sexuales sin estar casada y de extorsión. La niña Aisha fue violada, engañada, falsamente acusada, juzgada sin garantía alguna y luego ejecutada, esto es, la mataron.
Coincido con David Copeman, adjunto de investigación y acción sobre Somalia de Amnistía Internacional: “No fue un acto de justicia ni una ejecución. Esa niña sufrió una muerte horrible a instancias de los grupos armados de oposición que actualmente controlan Kismayo. Este homicidio es otro abuso contra los derechos humanos cometido por los combatientes en el conflicto de Somalia y demuestra de nuevo la importancia de que la comunidad internacional actúe para investigar y documentar estos abusos a través de una Comisión Internacional de Investigación.”
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